DISTANCIAS GENERACIONALES
Estoy convencido que debería haber nacido cuarenta años antes. Es decir que hoy sería más feliz con esos años menos, y dentro de esta generación.
Siempre me imagino lo feliz que hubiera sido en una infancia con poderosas PC y buenos video games, en mi adolescencia con sexo libre y en casa, rock and roll permitido y lenguaje abierto, tv y cine sin censura.
En cambio me tocó vivir el oscurantismo, la censura, la política en manos de curas y militares. ¡Onganía, Margaride, Tato, López Rega, Meinvielle, Quarracino, Videla!
Esta mañana uno de mis vecinos cuarentones acompañaba a su hijita de diez años a la escuela. El padre acomodaba como podía su melena, vestido de sport, camino a su trabajo. La hija lucía el pelo tan largo como el del papá. Supuse que debían disfrutar de una distancia generacional casi mínima: imagino a su papá contándole a su hija los inicios de los Redondos, La Renga y los Babasónicos, y acompañando a la nena a disfrutar de sus primeros recitales.
¿Cuál era la distancia generacional de nosotros, los sufridores de la década de los sesenta? Sólo había un abismo como distancia.
Mis padres eran algo liberales, pero más bien hacia adentro de casa. Para afuera cumplían con todos los rituales y sentimientos pautados por la moral hipócrita y temerosa de aquellos tiempos. La música "aceptable" era el folclor (que por entonces se escribía folklore, así con k), ya que como gran avance se la había incluido en la curricula del colegio primario. Para bailar se elegía el tango, y como "horror" se había comenzado a experimentar en el 55 con la música del rock. Esta música "sonaba a lata" como decía mi padre refiriéndose al acompañamiento rítmico que traía la batería, o "era ese chipun chipun" como decía mi madre: a ambos les resultaba indigerible.
Y claro, la moral era otro tema que desvelaba a aquellos viejos. La iglesia pretendía imponer sus manías moralistas: las señoras protestaban por los jóvenes de la Acción Católica Argentina, que a las entradas de los templos pretendían constatar por el tacto "si tenían o no puestas las medias", ya que no estaba bien visto entrar sin medias a una iglesia. ¡Y ni hablar de no portar mantilla en la cabeza!
Los cincuenta fueron una época muy oscura, aunque ya se vislumbraran los primeros sectores que entendían la realidad más allá de creencias ridículas. Y empezaron a pulular las mallas de dos piezas en las mujeres y los pantalones de baño sin camiseta en los hombres, los noviazgos sin presencia de familiares o terminar los escándalos sociales ante una separación matrimonial.
De todas maneras, pasó mucho tiempo hasta llegar a hoy. Desde los cincuenta, nada más y nada menos que medio siglo.
Porque nací antes no me llama la atención que mis nietos puteen, que usen piercing hasta en el escroto o que pasen toda la noche viendo televisión.
Es más: los envidio.
1 Comments:
Llegué acá por las recomendaciones del blog de Clarín.
Y la verdad, q está bueno.
Sin embargo, creo q hay hombres q vivieron la misma época q vos, y q no toman a la generación del 80 y/o 90 como "Suerte de ellos q son tan libres".
Por suerte mi viejo, sí.
Besos.
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